Introducción a las estrategias nutricionales en la dermatología cosmética
Se
dice que “la piel es el espejo del alma” así como la primera barrera
entre el cuerpo y su medio ambiente. Estos papeles esenciales, tanto
estético como funcional, dependen de la estructura y funcionalidad de la
piel, en su integridad y habilidad para renovarse. Sin embargo, la piel
está sometida constantemente a ataque mecánico, físico y químico,
resultantes del metabolismo o de factores ambientales (como la
exposición a la luz ultravioleta). A fin de responder a estos ataques y
preservar su atractivo y funcionalidad cosméticos, el estilo de vida del
paciente, incluyendo comportamiento y nutrición, es de alta
importancia.
En efecto, la piel requiere de
nutrimentos apropiados, tanto en términos de calidad como de cantidad.
Los nutrimentos del alimento llegan a la piel a través del sistema
vascular. La hipodermis y la dermis reciben directamente los
nutrimentos, mientras que la epidermis los recibe por difusión desde la
dermis.
Las necesidades de nutrimentos para una
piel saludable son comparables a las del resto del cuerpo. El alimento
debe responder a los requerimientos de energía, asegurando una
contribución suficiente de macronutrimentos (carbohidratos, proteínas y
lípidos), al mismo tiempo que proporciona micronutrimentos esenciales
para el metabolismo cutáneo, en particular vitaminas y oligoelementos,
los cuales juegan un papel principal en la proliferación celular y como
antioxidantes.
Las principales orientaciones cosméticas
de la nutrición están dirigidas hacia la hidratación de la piel, la
estrategia anti-envejecimiento, la prevención de la exposición solar y
la belleza del cabello.
Visión general al papel cosmético de los nutrimentos dietarios
Macronutrimentos
Proteínas
Las proteínas juegan
papeles cruciales en casi cualquier proceso biológicos y son
responsables de una gran variedad de funciones fisiológicas, incluyendo
soporte estructural, catálisis enzimática, enlace, transporte y
almacenamiento de moléculas, inmunidad, etc. También son esenciales para
la renovación de la piel y el sanado de las heridas.
En relación a las
necesidades particulares de la piel en términos de abastecimiento de
proteínas y/o aminoácidos, los colágenos representan cerca del 70% de
las proteínas de la piel y están compuestas de repeticiones de 3
aminoácidos, destacándose glicina, y son con frecuencia ricos en
hidroxiprolina e hidroxilisina, derivados de prolina y lisina,
respectivamente. Glicina y prolina pueden ser sintetizados de novo, mientras que lisina es un aminoácido esencial. Las deficiencias en L-lisina están asociadas con pérdida del cabello.
La proteína elastina
también está compuesta por aminoácidos, incluyendo el aminoácido
esencial leucina. La apariencia y las propiedades mecánicas
(elasticidad) de la piel dependen fuertemente del abastecimiento de
aminoácidos.
Lípidos
Los lípidos son
componentes esenciales de las membranas celulares y su cantidad y
organización en los dominios intercelulares del stratum corneum
(capa córnea) son también de gran importancia en la función de la piel
como barrera. Los principales lípidos cutáneos son las ceramidas
(esfingolípidos formadas por esfingosina y ácidos grasos), el colesterol
y los ácidos grasos en sí; estos son sintetizados a partir de productos
intermediarios del metabolismo o de ácidos grasos esenciales y son
secretadas por los cuerpos lamelares de Odland (vacuolas de membrana de
la capa córnea).
Los ácidos grasos
esenciales son también factores clave en el control de la inflamación,
en la regulación del sistema inmunológico y en la microcirculación vía
la síntesis de eicosanoides. Se ha demostrado que las deficiencias o el
desbalance en ácidos grasos insaturados libres están involucrados en
diferentes dermatosis, incluyendo psoriasis y acné. La deficiencia
dietaria de ácido linoleico y ácidos grasos poliinsaturados de 18
carbonos resulta en el característico desorden de piel escamosa y en la
pérdida excesiva de agua epidérmica.
Dado que el cuerpo
humano es incapaz de sintetizar ácidos grasos esenciales, deben ser
proporcionados por los alimentos. Se ha estimado que las proporciones
óptimas deben ser 5 ácidos grasos ω-6 (familia del ácido linoleico) por 1
ácido graso ω-3 (familia del ácido linolénico). Las principales fuentes
de ácidos grasos ω-6 son los aceites vegetales de primera presión en
frío (semillas de uva, girasol, germen de trigo, maíz, nuez, soya) y las
carnes. Los ácidos grasos ω-3 están presentes en el pescado (salmón,
lenguado, macarela, anchoas, sardinas), nueces, verduras verdes y en
aceites de linaza y colza.
Poner atención al balance de ácidos grasos en la dieta facilitará la protección de la piel.
Carbohidratos
Los carbohidratos
juegan tanto un papel estructural como inmunológico. Están involucrados
en la síntesis de los glucosaminoglucanos constituyentes de la piel así
como de las inmunoglobulinas. Son también componentes esenciales de los
ácidos nucleicos y, por supuesto, son la principal fuente de energía de
las células.
Los carbohidratos
pueden ser de origen endógeno, a través de la gluconeogénesis o de
origen exógeno (dietarios). Estos últimos deberían favorecer a los
carbohidratos complejos. Sin embargo, la ingestión de carbohidratos no
debe ser excesiva, o de lo contrario aparecerán desórdenes dérmicos como
el acné. Se ha demostrado que un incremento de 50 g en la ingestión
diaria de carbohidratos incrementa la tendencia a una apariencia
arrugada y a la atrofia de la piel.
Micronutrimentos
Los micronutrimentos
proporcionados por el alimento contribuyen a las defensas naturales del
cuerpo en 3 niveles, apoyando las barreras físicas (piel, mucosa), la
inmunidad celular y la producción de anticuerpos. Parecen ser esenciales
para mantener el equilibrio en la piel, e incluyen vitaminas,
oligoelementos y otros compuestos como los flavonoides. Las deficiencias
están asociadas con desórdenes dérmicos.
Algunos de estos
nutrimentos están involucrados en la renovación de la piel. Otros
participan en la protección contra el estrés oxidativo resultante de la
respiración celular, el metabolismo oxidante y los ataques externos
(radiación, contaminación, etc.) La piel están naturalmente equipada con
defensas antioxidantes de naturaleza enzimática (catalasa, glutatión
peroxidasa, superóxido dismutasa, etc.) y no enzimática (glutatión,
vitaminas, etc.) Existen mecanismos internos de restauración de estas
moléculas; sin embargo, estas defensas también dependen de la
contribución suficiente de la dieta a fin de ser adecuadamente
restauradas.
Vitaminas
La mayoría de las
vitaminas deben ser consumidas a través del alimento, pues el organismos
humano es incapaz de sintetizarlas, excepto por algunas de ellas, como
la vitamina D y la vitamina K, al menos de manera parcial Las medidas
para proteger la piel contra la exposición solar pueden resultar en una
deficiencia de vitamina D). En una revisión reciente se ha concluido que
incrementar la recomendación de ingestión diaria de la vitamina D a
800-1000 unidades internacionales (IU, por sus siglas en inglés) sería
benéfico para la mayoría de los grupos de edad. Esta vitamina,
encontrada en alimentos de origen animal y en los aceites vegetales,
ejerce propiedades antiproliferadoras e inmunorreguladoras.
Algunas vitaminas, como la vitamina B
9, juegan un papel en la proliferación celular cutánea y en la renovación celular. Las vitaminas B2 y B
5 son cofactores
en el metabolismo de macronutrimentos. Las deficiencias en vitaminas del
grupo B son con frecuencia asociadas a signos cutaneomucosos tales como
dermatitis y despigmentación.
La vitamina A parece
determinar el contenido de sebo y el pH en la superficie de la piel. Se
ha mostrado que un incremento de 100 µg de vitamina A dietaria está
asociado con un incremento significativo en el pH superficial dérmico en
mujeres. A nivel celular, los retinoides están involucrados en la
expresión de proteínas como las queratinas, el colágeno, la colagenasa,
la transglutaminasa y la laminina, mientras que afectan la
diferenciación y proliferación de los tipos celulares epidérmicos y
mesenquimales.
La vitamina A (retinol)
es una vitamina liposoluble que está involucrada en la queratinización,
en la regulación de la actividad de las glándulas sebáceas y en la
inmunomodulación. Esta vitamina es particularmente abundante en aceites
de pescado y en el hígado de animales terrestres (pavo, res, pollo,
entre otros).
Las vitaminas C (ácido
ascórbico) y E (α-tocoferol) son importantes antioxidantes y pueden
servir como eliminadores directos de radicales libres, y son eficientes
en la protección contra la radiación ultravioleta tipo B (UVB),
reduciendo la reacción de quemadura solar y previniendo la formación de
dímeros de timina, previniendo el daño al ácido desoxirribonucleico
(DNA, por sus siglas en inglés). La vitamina C también contribuye a la
regeneración de la vitamina E.
Adicionalmente, la
vitamina C están involucrada en la síntesis de colágeno y toma parte en
la maduración de procolágeno a colágeno. La deficiencia de vitamina C
lleva a la acumulación de procolágeno y a la inhibición de la síntesis
de colágeno, lo cual es revertido por la adición de ácido ascórbico a la
dieta.
A fin de alcanzar
cantidades suficientes de vitamina C, la dieta debe incluir frutas y
verduras. La vitamina E es liposoluble y puede encontrarse en
mantequilla, aceites vegetales y huevo, entre otros alimentos.
Oligoelementos
Los oligoelementos son
esenciales para el funcionamiento óptimo de los antioxidantes
enzimáticos. El selenio es cofactor de glutatión peroxidasa,
tiorredoxina reductasa y selenoproteína P (responsable de la
destoxificación de los peroxinitritos), mientras que cobre, manganeso y
cinc están involucrados en la actividad de superóxido dismutasa. La
actividad de las enzimas antioxidantes depende directamente de la
biodisponibilidad de elementos traza de los alimentos (la falta de cobre
o cinc disminuye la actividad de Cu-Zn-superóxido dismutasa, un déficit
de manganeso lleva a una disminución en la actividad de Mn-superóxido
dismutasa y el déficit en selenio a la disminución en la actividad de
glutatión peroxidasa).
El exceso de
oligoelementos puede provocar efectos paradójicos, tóxicos y
pro-oxidativos; por lo tanto, un fino balance es esencial para la salud.
El exceso en la ingestión de selenio puede producir selenosis en
humanos, afectando el hígado, la piel, las uñas y el cabello. La
ingestión recomendada y los niveles máximos tolerables son 40-55 µg/día y
300 µg/día, respectivamente.
La deficiencia de cinc
está asociada con erupciones periorificial y algunas veces acné en la
adolescencia, así como piel rugosa y seca e incluso pérdida de vello
corporal. El cinc es requerido por el sistema inmunológico y juega un
papel antiinflamatorio. También es un cofactor de las enzimas
sintetizadoras de hormonas, tales como la D5 reductasa (metabolismo de
testosterona) o la D9 desaturasa (metabolismo de prostaglandinas). El
cinc también tiene efectos positivos en la sanación de las heridas
cutáneas y ejerce efectos antioxidantes directos mediante la inhibición
de la reacción de Fenton, responsable de la producción de radicales
hidroxilo. El cinc está presente principalmente en carnes terrestres,
huevo, leche y alimentos marinos. Las deficiencias se observan
principalmente en mujeres embarazadas y ancianos.
Otros micronutrimentos
Los carotenoides, que
se encuentran naturalmente en la piel, muestran efectos fotoprotectores y
son por tanto efectivos como compuestos anti-envejecimiento.
Adicionalmente, el β-caroteno puede tener un efecto fotoprotector
directo debido a su habilidad física para absorber la luz. Sin embargo,
su ingestión debe ser moderada ya que se han demostrado efectos
prooxidantes con altas concentraciones del mismo.
Agua
La hidratación de la piel depende de la calidad del stratum corneum
y de la película hidrolipídica de la superficie. El agua representa un
importante componente de la substancia fundamental dérmica y proviene
del plasma. Parte de esta agua se puede difundir hacia el stratum corneum
en donde es retenida por factores humectantes naturales. La
distribución de agua depende estrictamente de las acuaporinas,
particularmente de la acuaporina 3. La presencia de una cantidad
adecuada de agua en el stratum corneum es importante para una
apariencia de piel suave y lisa. Sin embargo, la conservación de una
reserva de agua depende de la volemia (volumen total de sangre
circulante) y por tanto, de la hidratación. Para asegurar una buena
hidratación corporal, incluyendo la piel, se recomienda una ingestión
diaria de agua entre 1,000 y 1,500 ml. También se ha demostrado que en
los hombres, pero no en las mujeres, la ingestión de fluidos está
inversamente asociada con el pH superficial en la piel.
Probióticos
Los probióticos ejercen
efectos directos en el intestino, mejorando la función digestiva y el
balance microbiano intestinal. Incluyen Lactobacillus (L. casei, L. rhamnosus, L. johnonii) y Bifidobacterium (B. breve, B. longhum, B. bifidum), los cuales pertenecen al grupo de las bacterias acidolácticas, así como Enterococcus spp., Escherichia coli, Propionibacterium spp., Bacillus spp. y algunas levaduras.
Al mejorar la función
barrera del intestino, restaurando la microecología intestinal,
estimulando el sistema inmunológico del anfitrión y antagonizando las
alteraciones inflamatorias, los probióticos permitan una mejora
significativa de los síntomas de dermatitis atópica. El consumo regular
de productos lácteos fermentados puede contribuir a mejorar la función
natural de la piel como barrera, pues se ha demostrado que disminuye la
pérdida de agua transepidérmica y mejora la apariencia cosmética.
Relevancia de los suplementos nutricionales
La fuente dietaria de nutrimentos parece
algunas veces insuficiente (adolescentes, personas estresadas, atletas,
ancianos) y los suplementos alimenticios pueden ser útiles para
pacientes con preocupaciones dermatológicas y cosméticas. Muchas
deficiencias en micronutrimentos causan deterioro mitocondrial con
liberación de oxidantes, llevando al envejecimiento acelerado,
incluyendo la piel. Existen moléculas activas disponibles, con
diferentes objetivos celulares y moleculares; estas moléculas bioactivas
están caracterizadas por su capacidad para modular activamente los
procesos biológicos que tienen lugar en la piel humana, estimulando
propiedades benéficas o interfiriendo con las rutas de señalización que
llevan al daño cutáneo.
Fotoprotección nutricional
Varios estudios han
demostrado que es posible disminuir el riesgo de quemaduras por
exposición solar, al ingerir alimentos ricos en carotenoides,
tocoferoles, vitamina C y ácidos grasos ω-3 por tiempo suficiente antes
de la exposición al sol (8-10 semanas). Estos nutrimentos absorben
directamente o dispersan la luz, interfiriendo con las cascadas de
señalización inducidas por la radiación UV y ejercen efectos
antioxidantes, limitando el daño a la piel inducido por la radiación UV y
contribuyendo a combatir dicha radiación y conservar la piel.
También se ha
demostrado que la administración oral por 3 meses de una combinación de
vitaminas C y E reduce la reacción a la quemadura solar por radiación
UVB. Otro estudio ha probado que una dieta alta en flavonoides
(manzanas, naranjas y té verde, por ejemplo), aun en un periodo corto de
tiempo (11 días), puede proporcionar protección contra la radiación
ultravioleta A (UVA). Se ha demostrado adicionalmente que la ingestión
de β-caroteno es efectiva para prevenir la quemadura solar, tomando los
suplementos al menos 10 semanas previas a la exposición.
Prevención del envejecimiento de la piel
El arrugamiento
actínico de la piel parece estar correlacionado con la ingestión de
alimentos y nutrimentos. Se ha observado menos daño actínico a la piel
en sujetos con un consumo más alto de verduras, aceite de oliva y
pescado, mientras que se ha visto mayor daño actínico con un mayor
consumo de productos lácteos o con alto contenido de azúcares simples.
La vitamina C, el retinol y la ingestión de minerales como calcio,
fósforo, magnesio, hierro y cinc también parecen proteger contra el daño
actínico cutáneo.
Adicionalmente, una
ingestión mayor de vitamina C, así como una mayor ingestión de ácido
linoleico están asociadas con menor presencia de sequedad senil. La
ingestión de vitamina C está asociada con una apariencia menos arrugada,
mientras que el ácido linoleico está asociado con menor atrofia de la
piel.
Un menor consumo de
grasas y carbohidratos se ha asociado con una mejor apariencia de la
piel en edad avanzada. La ingestión oral de la isoflavona de soya
aglicona (40 mg/día) ha mostrado ser efectiva en las mujeres de mediana
edad. La ingestión oral de carotenoides como luteína y zeaxantina,
actuando como agentes antioxidantes, protege la piel del envejecimiento
actínico.
El sílice estimula las
funciones del queratinocito, induciendo la producción de citoquinas,
particularmente la interleucina 1 (IL-1), la diferenciación del
queratinocito y la síntesis de colágeno del fibroblasto. Los suplementos
alimenticios conteniendo una combinación de proteínas y lípidos de
origen marino, junto con ácidos grasos poliinsaturados ω-3, tocoferoles y
flavonoides de plantas, también han mostrado proteger la piel de los
efectos del envejecimiento y apoyan su proceso de reparación.
La administración de
combinaciones sinérgicas de antioxidantes como las vitaminas C y E,
carotenoides y oligoelementos es de particular interés en las mujeres
postmenopáusicas, en particular si no consumen una dieta saludable que
incluya 5 raciones diarias de frutas y verduras frescas.
Humectación de la piel
Se ha demostrado que
los parámetros de la piel mejoran, en términos de humectación, rugosidad
superficial y profundidad de las arrugas, en mujeres tratadas por 40
días con suplementos alimenticios que contienen ceramidas de origen
vegetal, aminoácidos de cartílago de pescado y aceites grasos
esenciales. El aceite de borraja, tomado por 2 meses, también disminuye
la sequedad de la piel y el prurito subsecuente en personas ancianas.
Función de la piel como barrera
Los nutrimentos
dietarios pueden mejorar la función de la piel como barrera. El consumo
regular de productos lácteos conteniendo aceite de borraja (Borago officinalis), con ácido γ-linoleico, extractos de té verde (catequinas), vitamina E y probióticos (Lactobacillus casei)
provoca una disminución significativa de pérdida de agua
transepidérmica. Adicionalmente, la matriz láctea mejora la
biodisponibilidad de los nutrimentos.
Dieta y prevención de las lesiones por acné
Las lesiones por acné
pueden ser reducidas siguiendo consejos dietarios simples, en particular
reduciendo el consumo de azúcar. Se ha demostrado en pacientes con
acné confirmado que una dieta baja en carbohidratos simples puede
reducir el número de lesiones por acné. En estudios poblacionales
previos se había documentado una diferencia de 70%-90% en la presencia
de acné entre poblaciones adolescentes occidentales (alto consumo de
azúcares simples) y otras poblaciones adolescentes con una dieta baja en
dichos productos.
Además de contribuir a
una menor cantidad de lesiones por acné, la dieta baja en carbohidratos
simples contribuye a un mejor control del peso corporal y disminuye la
hiperinsulinemia, lo que podría reducir la androgenicidad (disminución
en las concentraciones de deshidroepiandrosterona-sulfato y la
biodisponibilidad de testosterona) y el factor de crecimiento similar a
la insulina 1 (IGF-1, por sus siglas en inglés).
Factores nutricionales y belleza del cabello
Un abastecimiento
deficiente de proteínas, particularmente de aminoácidos sulfurados,
tiene repercusiones en el metabolismo del folículo piloso y por lo tanto
en la vida media del cabello. Adicionalmente, las deficiencias en ácido
pantoténico, riboflavina y biotina, han mostrado ser responsables de la
pérdida de cabello. Las reservas de hierro, reflejadas por la
concentración de ferritina en suero, también parecen determinar la
pérdida de cabello cuando son insuficientes; en este contexto, la
importancia de los suplementos de hierro ha sido demostrada por largo
tiempo en mujeres no anémicas deficientes de hierro con pérdida de
cabello. El aminoácido L-lisina parece actuar como un aminoácido clave para el cabello, posiblemente vía el incremento de la captura de hierro y cinc.
El sílice administrado
como ácido ortosílico estabilizado por colina, también ha demostrado
mejorar la fuerza extensible del cabello, incluyendo la elasticidad y la
carga antes de rompedura, resultando en un cabello más grueso.
Se debe recordar que
los suplementos, sin embargo, deben ser utilizados cuidadosa y
responsablemente, porque el consumo excesivo de micronutrimentos puede
causar también pérdida del cabello.
Factores nutricionales y las uñas
La salud y apariencia
de las uñas son materia de preocupación para sujetos con requerimientos
cosméticos. Son frecuentes las quejas por uñas quebradizas o ablandadas,
particularmente entre las mujeres. El cuidado apropiado es esencial
para preservar la salud de las uñas, pero los suplementos de
micronutrimentos adecuados también pueden ser de utilidad. El síndrome
de uña quebradiza parece abatirse con la suplementación diaria de 2.5 mg
de biotina o una dosis diaria de 10 mg de sílice. La suplementación con
calcio (1g/día por 12 meses) ha demostrado mejorar la calidad de las
uñas. El consumo regular de carotenoides, tanto de alimentos como de
suplementos, parece ser efectivo en la onicólisis crónica.
Indudablemente la nutrición afecta la
belleza de la piel. Tanto los macronutrimentos, incluyendo los ácidos
grasos esenciales, como los micronutrimentos como las vitaminas A, C, E y
los oligoelementos son de importancia para preservar las
funcionalidades y atractivo cosmético de la piel. Una dieta
diversificada y balanceada ayuda en definitiva a preservar la apariencia
saludable de la piel y, en consecuencia, las recomendaciones dietarias y
la prescripción de suplementos, cuando sea necesario, podrían ser parte
de un acercamiento integral al tratamiento de pacientes con
preocupaciones cosméticas.
http://nutricionpersonalizada.wordpress.com/2011/03/22/estrategias_nutricionales_dermatologia_cosmetica/